domingo, 9 de diciembre de 2012

Oda Nobuna no Yabô

Serie de 2012 que nos traslada a la época de Nobuna, justo antes del inicio del periodo Tokugawa.



La serie, que gozó de un gran apoyo popular en Japón, presenta notables problemas para el público occidental. Esta centrada en hechos históricos japoneses que son diversificados y alterados con el propósito de generar la gracia. La comicidad de esta serie se centra en el público japonés, donde no dudo que posea un gran éxito.

Desde el punto de vista de los géneros, creo que se trata de una producción que se queda en tierra de nadie, pretendiendo ser de varios géneros pero sin alcanzarlos. No podemos considerar que se trata de una obra de acción, dado el escaso tiempo que se dedica a este aspecto, así como la nula recreación en espectacularidad de los enfrentamientos.

Por otro lado, es aspecto de harem o ecchi que se quiere introducir, o esa es mi sensación, no acaba de despegar, sin que apenas se generen las situaciones típicas de estas producciones. Es una producción que se queda en tierra desconocida desde el punto de vista genérico.

Otro de los errores es el tiempo de producción, muy acelerado, lo que genera que los acontecimientos se produzcan muy rápido, sin tomarse el tiempo de presentación. Esto produce que nuestro protagonista aparezca en medio de este paisaje sin plantear el motivo o la razón para ello.

Al mismo tiempo, según nos acercamos al final, personajes que no han tenido relevancia en la serie, dedicándole alguna que otra imagen y poco más, sin diálogos, hacia el final de la obra adquieren una relevancia incomprensible. Obviamente esta obra es una adaptación de un manga, y los lectores de la obra podrán entender estos conceptos de forma previa, pero en este momento estamos valorando la producción de anime en sí.

Posiblemente el mayor impedimento de la producción sean los 12 episodios y la inmensa cantidad de personajes que comprenden la producción, presentados de manera escasa y dándoles un protagonismo que el espectador no puede comprender.

Por Iván Rodríguez

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