viernes, 21 de diciembre de 2012

Relato: Invierno Blanco (Cont. III )

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Se me pasó por la cabeza dejar a Yoshihiro y huir, aún así mi honor no me permitiría vivir después de eso, debía encontrar la manera de poder escapar ambos, y tenía que hacerlo rápido pero... ¿Cuál era esa manera?

Recordé que en la esquina había una carreta, con ella sería fácil llevar a Yoshihiro hasta su casa, pero antes necesitaba sacarlo de la habitación. Si conseguí salir de allí cargando su cuerpo ambos estaríamos a salvo, pero con su cuerpo a hombros caminaría más lento, y al ser mayor que yo no podría controlar bien sus extremidades, con lo que sería muy posible realizar algún ruido que alertase a la mujer de nuestra presencia.

Me armé de valor y subí a Yoshihiro a mis hombros, sus pies arrastraban y su peso apenas me permitía mantenerme en pie, no obstante respiré hondo y di un primer paso, y luego el otro, así poco a poco. A cada paso que daba la madera crujía, y se podía oír cómo algo se deslizaba por el suelo, pero no podía parar, tenía que llegar a la salida lo antes posible.

Un paso, otro, y otro, y otro más y así hasta que saliese, tenía que continuar, me adentré en el corredor, comprobé que no hubiese nadie y caminé... Ya podía ver la salida al fondo, solo un poco más y aquella pesadilla habría terminado. Un paso, y otro, poco a poco, pero sin detenerme, procurando no hacer ruido. Por el momento todo iba bien.

Ya casi lo habíamos conseguido, ya estaba la puerta a unos pasos, ya al fin podría respirar... O eso creía... En ese instante, una risa, una carcajada de la mujer lo cambió todo. Sentí como un escalofrío recorrió todo mi cuerpo desde la uña de los pies hasta el último de mis pelos.

Me quedé inmóvil, sentía cómo me estaba clavando la mirada... Sentía que me miraba, que era a mí, que esta vez ya no habría escapatoria... ¿Qué hacer? ¿Me giraba a mirar si estaba? ¿Continuaba caminando? ¿Soltaba a Yoshihiro y corría? ¿Qué hacer?

Debía continuar, aunque ya no hubiese escapatoria tenía que seguir. Me armé de valor y di otro paso. Sentía que a cada paso que estaba dando la presencia de ella se hacía más y más fuerte...Ya casi podía abrir la puerta, pero esa presencia me hacía temblar e incluso dudar de lo que estaba haciendo.

Cerré los ojos y abrí la puerta saliendo por ella, todo ello con los ojos cerrados. Posé a Yoshihiro en el carro y abrí los ojos. En ese instante comprobé que no había nadie allí, ni en el pasillo. Finalmente todo había sido parte de mi imaginación...

Agarré el carro y empecé a correr como nunca he corrido en mi vida, quería alejarme de esa casa lo antes posible.

Sabía que no debíamos decir nada de lo ocurrido, aquella mujer era peligrosa y además parecía poseer poder, nadie nos ayudaría, sencillamente nos obligarían a morir antes que tocarle un pelo a ella... Teníamos que guardar el secreto.

Me colé en la casa de Yoshihiro y lo dejé allí, luego hice lo mismo en mi casa y esperé a que amaneciese.

A la mañana siguiente me levanté como todos los días y fingí que nada había sucedido, se lo oculté a mi madre, y salí en la búsqueda de Yoshihiro. Quería saber cómo se encontraba y asegurarme de que no hablase con nadie del tema.

Lo encontré cerca del rio, con la cabeza como ida, mirando al vacio, no parecía el Yoshihiro vivaz de siempre, sin duda estaba afectado por lo sucedido, o eso creía...

- Yoshihiro-kun, tenemos que hablar

-- ¡Eh! ¿Qué sucede?

- Deberíamos hablar de lo que pasó anoche

 -- ¿Anoche? ¿Qué pasó anoche?

- Ya sabes, lo de la mujer

 -- ¿Qué mujer?

- La que te hizo las heridas en el pecho

-- ¿De qué hablas?

- De esto...

Nada... En su pecho no había nada, ni un arañazo. No quedaban las marcas por las que tan sólo unas horas antes estaba sangrado, allí no había nada...


Por: Yohiroshi

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