sábado, 29 de diciembre de 2012

Relato: A Seul con Amor (Cont. III)

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Miré a mi alrededor a ver si descubría quién lo había hecho, pero todo el mundo sonreía y se reía... Estaba sola, no podía hacer nada salvo recoger las cosas en silencio y tragarme el orgullo.

Empecé a recoger cuando llegaron Chang Hee y su amigo, el petardo, quien además fue incapaz de mantener la boca cerrada y empezó a reírse.

- ¿Qué te pasó pajarito, sigues sin saber caminar? Jejeje.

Y es que encima el chico venía riéndose. ¿Es qué es idiota? Sentí un fuego de odio en mi interior que me llamaba a pegarle un bofetón. Me levante y alcé mi cabeza con un gesto de odio hacia donde estaba él, quería que sintiese mi mirada, pero en realidad duró poco, ya que al poco de encontrar sus ojos mi visión comenzó a tornarse nublada, por mis mejillas corrían las lágrimas, lágrimas que no podía controlar.

Cuando me percaté de que estaba llorando, empecé a correr, quería salir de aquella aula. Chang Hee intentó detenerme, mientras su amigo se quedó pasmado. Al final conseguí llegar al baño, y me encerré dentro.

Mi sueño se había convertido en una pesadilla, las lágrimas no paraban de salir, y sentía que estaba sola en medio de un país donde todo el mundo me odiaba, ¿Qué estaba haciendo yo allí? ¿No sería mejor volver? Nada tenía sentido ya...

En ese momento llamaron a la puerta del baño.

- ¿Estas ahí?

Era el amigo de Chang Hee, pero...

- ¿Qué haces aquí?

- Vine a por ti.

- Vete, déjame sola.

- No me voy a ir sin ti.

- No quiero saber nada de ti, vete...

- No lo haré sin ti.

- ¿No te das cuenta que estás dentro del baño de las chicas? No puedes estar aquí, vete. Yo no pienso salir.

- Me da igual, no me iré hasta que salgas de aquí.

En ese momento oí cómo se sentaba y apoyaba su cabeza contra la puerta.

- Esto... Siento mucho lo que te he dicho, yo no pretendía hacer que te sintieras mal, sencillamente...

- Sencillamente te pareció gracioso.

- Sí, me pareció gracioso, pero no pretendía que te pusieras así.

- Tú no entiendes nada, no sabes nada de mí, ni me conoces.

- Déjame conocerte, sal de ahí. Te prometo que a partir de ahora todo irá mejor.

Sus palabras, a pesar de no ser unas grandes palabras, consiguieron llegarme y me tranquilizaron. Tenía razón, tenía que luchar, no podía rendirme sólo por lo que había pasado.

- Esta bien, voy a salir

Él se levantó, abrí la puerta y salí de mi escondrijo nuevamente al mundo.

- Me alegro de que hayas salido. Vamos, pero antes déjame secarte las lágrimas

Aún me acuerdo, él era dos cabezas más alto que yo, y con suma delicadeza pasó su pulgar secándome las lágrimas mientras me miraba fijamente. Mi corazón empezó a latir fuertemente, si ningún motivo.


Por: Jangmi

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