Esta consola sustituyo a la Master System (8bits) siendo ya una consola de 4ª generación (16 bits). Esta fue la primera consola de 16 bit reales, y una de las más reconocidas y alabadas de la compañía SEGA.
Su predecesora ya había sido un éxito de ventas en Europa y América del Sur, pero no había conseguido obtener éxito en el mercado japonés ni en el americano, dominados por su competidora Nintendo casi de forma monopolística.
Para obtener posibilidades, SEGA quería desarrollar una videoconsola tan potente como la mayor máquina en aquellos años, así nacería la Sega Mega Drive en 1988 en Japón, y en el resto del mundo en el 90.
Una curiosidad es que la consola en Estados Unidos se llama Génesis al no conseguir la compañía los derechos sobre el nombre de la consola en 1989.
Gracias a títulos como "Sonic the Hedgehog" y diversos juegos deportivos, la consola consiguió imponerse en el mercado americano entre 1991 y 1994.
La compañía decidió sacar nuevas versiones más actualizadas de la consola, para poder desarrollar mejores juegos, pero todas estas fueron un rotundo fracaso. Estos fracasos harían que la consola cediese el puesto en favor nuevamente de Nintendo (Supernintedo era en aquella época), aunque mantendría su supremacía en Europa, donde siempre la había tenido.
Otra de las curiosidades, es que esta consola en Corea del Sur se llamo Gam*Boy (Recuerda a Game Boy ¿No?) por una decisión de Samsung, que ya había llamado así a su predecesora.
Entre los periféricos "Master System Converter" permitía usar juegos y memorias de su predecesora, la Master System.
Otros periféricos eran las típicas pistolas, joystick, o el Sega Multi Tap que permitía conectar 4 mandos.
Entre los más llamativos el "Sega Activator Ring" que capturaba los movimientos del jugador y los traducía al juego.
Las versiones extendidas permitían juegos en 3D, pero en el fondo el alto precio, fracaso de ventas y poca implicación de la compañía, ya inmersa en el desarrollo de la nueva consola, no permitió que estos elementos tuviesen un gran desarrollo.
Por: Iván Rodríguez
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