martes, 18 de diciembre de 2012

Cuentos de Tokio

Una de las películas más recordadas del genio Ozu, pero al mismo tiempo una de sus obras más complicadas.



Personalmente tengo una larga relación con esta película, no en vano es uno de los títulos de visionado obligatorios, y posiblemente uno de los títulos más recordados generación tras generación de graduados.

El lenguaje cinematográfico de Ozu es uno de los más complicados, no en vano su construcción se basa en un estilo japonés, a diferencia del estilo de Kurosawa que mostraba una mezcla entre occidente y oriente. Esto puede complicar el visionado de la obra si este es un primer acercamiento a la cultura cinematográfica japonesa.

No obstante, una vez que se entienden los patrones de esta cinematografía, la obra se hace entretenida y se puede observar una de las obras del séptimo arte de manera eficaz.

La historia nos sitúa en el Japón de posguerra, un Japón ya en plena expansión económica. En este panorama unos padres deciden ir a visitar a sus hijos en Tokio. Los hijos a penas tienen tiempo, y su vida ha variado mucho respecto a la que solían compartir con sus padres.

La película muestra el cambio de la sociedad japonesa durante los años 60', así como el cambio de valores y la situación de dos generaciones diferentes, así como de dos mundos opuestos. Muestran dos estilos de personas diferentes, dos generaciones, en definitiva dos japones diferentes.

A diferencia de sus hijos, su nuera si trata a los dos ancianos con afecto y cariño. Este personaje no sólo contribuye a favorecer el estilo dramático de la historia, sino que también recuerda el conflicto bélico y las consecuencias que ha tenido, y como esto ha construido la sociedad japonesa del momento.

Muchas veces se ha querido relacionar el neorealismo italiano con estas obras producidas en Japón durante este periodo. Personalmente, creo que son dos estilos de cine opuestos, precisamente por la narrativa que en ellos se presentan.

El cine japonés de este periodo tiene presente el conflicto armado, pero en un estilo muy diferente a como lo presenta el italiano, el hecho de las consecuencias y la responsabilidad es tratado de una manera muy opuesta, contribuyendo a la generación de dos movimientos cinematográficos que poseen ciertos puntos comunes, pero que en definitiva son muy diferentes entre si.

La película presenta todas las características de estilo que Ozu posee en sus obras. Es una película de largos planos y un tiempo muy pausado, donde la imagen está pensada para favorecer el mensaje emotivo de la obra, así como para fomentar el entendimiento de las emociones de unos personajes que se encuentran dentro de un contexto que no les permitiría comunicarse plenamente en una conversación.

Existe por lo tanto, los diálogos, y los diálogos ocultos mostrados mediante los elementos del lenguaje cinematográfico como son los planos, la iluminación o la música.

Sin duda, esta es una de las mejores películas de la historia del cine, aunque es cierto que no recomendaría empezar a comprender a este director por una de sus obras más complicadas.

Por: Iván Rodríguez


Cuentos de Tokio es una película no apta para todo tipo de público, no por su contenido, sino por la forma en la que la historia está contada: lenta, pausada. Tiene una duración bastante prolongada y no pasan grandes cosas; al menos no cosas complicadas, sino sencillos problemas familiares que podrían pasar a cualquiera. Sin embargo, la composición de los planos le da un ritmo que la hace bastante fluida y la convierten en una película clásica japonesa indispensable de ver.

Por Laura Aransay

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